Por: Rodrigo Plata Luna
Director El Colono del Sur

En Caquetá, territorio relegado en las grandes decisiones nacionales, la representación política es la herramienta más poderosa para abrir puertas, exigir recursos y defender los intereses de un pueblo que demasiadas veces ha cargado con el peso de la selva, la distancia y el conflicto sin recibir a cambio la atención que merece. Por eso, la discusión sobre contar con senador propio es una apuesta por la dignidad política de la región.
En la actualidad, el Centro Democrático se presenta como la carta que emerge desde la región y entiende sus urgencias. Y es que, en un Congreso donde se decide la inversión para vías estratégicas, conectividad, seguridad rural, salud y educación, tener un senador de casa significa tener a alguien que habla con propiedad, que conoce los kilómetros de trocha que separan al campesino del mercado y que ha caminado las veredas donde el Estado llega a cuentagotas.
Pero este afán por fortalecer la voz del Caquetá no se queda en el Senado. También están, por supuesto, la Cámara de Representantes y la curul de paz cuyo abanico de candidatos es bastante amplio. Omitimos nombres, porque no pretendemos distraer a los electores; sin embargo, sí es necesario reiterar que la votación masiva es indicador claro del interés ciudadano por transformar el territorio.
Cada elector decide, ojalá con la idea de que en el Congreso de la República coincidan tres personas que, con todo y diferencias políticas o de cualquier otra especie, estén alineados en pro del Caquetá, de tal forma que la agenda local sea prioridad nacional. Por eso, hay que decirlo sin rodeos: los votos para Senado que tradicionalmente se han ido hacia candidatos de otras regiones deben, por primera vez en mucho tiempo, quedarse en casa. Durante años, el Caquetá ha aportado miles de votos a políticos de otras partes del país que, una vez elegidos, regresan poco o nunca a responder por los compromisos adquiridos. Y en lo que concierne a Cámara, no son pocas las veces en que los electores se arrepienten de haber confiado su voto a personas que, una vez ganadoras, solo piensan en llenar sus arcas.
Esa práctica solo ha debilitado la capacidad del departamento para hacerse sentir y ha perpetuado el rezago en infraestructura, inversión y presencia estatal. Hoy, el escenario es distinto: hay quienes han demostrado capacidad de gestión y coherencia en la defensa de la seguridad; valor indispensable en un territorio donde la tranquilidad todavía tambalea.
El Caquetá tiene la oportunidad de construir una bancada que lo represente con fuerza, que hable su idioma, que conozca sus dolores y sus posibilidades, y que esté dispuesta a tocar las puertas necesarias para que este departamento sea escuchado donde se toman las decisiones. Reducir de manera significativa los niveles de violencia y tener mayor presencia del Estado será, en parte, lo que han de reclamar esas voces por conocer, a partir de su elección en marzo próximo.

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