Duque “escuchó” a los caqueteños ocho meses después de instalarse como presidente mientras que el actual mandato lo hizo en tres meses, aunque no se sabe todavía si Petro tiene conocimiento pleno de cuanto piden los habitantes de esta parte de Colombia. Una cosa es previsible: no habrá bombardeos, porque así lo ha anunciado y porque no tendría cabida algo semejante en el denominado gobierno de la vida.
Por: Alfredo Rubio Godoy.
Día 13 de abril, año 2019: el presidente Iván Duque llega a Florencia, con gran parte de su equipo de gobierno, para “escuchar” las peticiones de los caqueteños en el “Taller Construyendo País”. El encuentro se hizo con bombos y platillos, con una particularidad, no permitieron hablar a quienes tenían algo o mucho que reclamar; fue, por eso, una especie de teatrino montado para prometer más allá de lo que cumpliría.
Día 22 de noviembre de 2022: se realiza en la misma ciudad el Diálogo Regional Vinculante; no estuvo el presidente actual, Gustavo Petro, pero sí el ministro de Justicia y del Derecho, Néstor Iván Osuna Patiño, quien estuvo atento a escuchar a todas las partes, sin discriminaciones; es más, hubo espacio para atender las inquietudes de hombres y mujeres privados de la libertad, lo mismo que las propuestas construidas por firmantes del Acuerdo de Paz de los espacios territoriales de capacitación y reincorporación (ETCR) de Miravalle, Agua Bonita y El Doncello.
Dos momentos diferentes de la historia en esta parte del país, con dos gobiernos muy distintos; el primero de derecha y el segundo de izquierda, y dos ejercicios similares con distinto sello, aunque podría decirse que ambos coincidieron en un carácter casi festivo, porque abundaron los parabienes y el optimismo fue desbordante. Sin embargo, el 7 de agosto pasado terminó el periodo de Duque y gran parte de las anunciadas inversiones en el mes ocho de su cuatrienio se quedaron en el discurso; de hecho, no hay nada de ese mandato que refleje la transformación que se ha venido reclamando, en lo cual cuentan de manera especial las vías. Solo recorrer la vía nacional desde Suaza (Huila) hasta San Vicente del Caguán, en el norte del departamento, genera toda clase de inconformidades; qué decir de la falta de numerosos puentes, para interconectar zonas neurálgicas del departamento.
Es más, ese mismo año 2019, el 29 de agosto, dos aviones Súper Tucano bombardearon un sector rural de San Vicente, lo que luego fue celebrado por el presidente como un gran golpe a la disidencia del frente séptimo de las Farc en una “operación impecable”. 48 días después, el país se enteró de que ahí murieron ocho menores, identificados como Abimiller Morales, Wílmer Alfredo Castro, Diana Medina Garzón, José Rojas Andrade, Jhon Édison Pinzón Saldaña, Ángela Gaitán Pérez y Sandra Patricia Vargas Cuéllar. Una vez más el Caquetá se convertía en zona de guerra, y de la peor manera, antes que en zona de inversión; eso, sin contar el dolor de las familias que perdieron a sus hijos.
Sumas y restas
Duque “escuchó” a los caqueteños ocho meses después de instalarse como presidente mientras que el actual mandato lo hizo en tres meses, aunque no se sabe todavía si Petro tiene conocimiento pleno de cuanto piden los habitantes de esta parte de Colombia. Una cosa es previsible: no habrá bombardeos, porque así lo ha anunciado y porque no tendría cabida algo semejante en el denominado gobierno de la vida.
En cuanto a las inversiones, las circunstancias indican que las expectativas son bajas; baste decir que los departamentos de la Amazonía, aunque tuvieron los mayores aumentos dentro del Presupuesto General de la Nación para el próximo año, siguen siendo los que menos recursos reciben en el país. Por eso, las esperanzas están más puestas en lo que aporte la inversión internacional, la misma que ha logrado transformaciones evidentes y efectivas, como se aprecia en San Antonio de Padua, zona rural de Belén de los Andaquíes, donde la recuperación emocional ha estado acompañada con obras de infraestructura que contribuyen al bienestar general.
Baste añadir a esta crónica que, si bien hay credibilidad en las buenas intenciones del gobierno nacional, la falta de recursos obra en contra de las justas reclamaciones del Caquetá. Y algo más, el compromiso del presidente cuenta demasiado; por lo pronto, no deja de provocar dudas su manera de afrontar ciertos deberes, en el contexto nacional e internacional, tomándose algunas libertades que distraen y desconciertan. Delegar responsabilidades en otros, para luego intentar corregir en el camino, genera falsas expectativas.
Por eso las reformas, entre ellas la tributaria, no han estado a la medida de sus pretensiones iniciales; por eso, entre otras cosas, la ministra de Agricultura, Cecilia López, aceptó que no hay recursos para hacer lo que están anunciando desde su cartera. ¿Qué decir del resto de ministerios?
Entre tanto el Caquetá, que orgulloso esgrime su bandera como puerta de oro de la Amazonía, sigue haciendo fila, esperando que le llegue la oportunidad para salir del atraso y el olvido.
Cientos de caqueteños acudieron al singular encuentro en la Universidad de la Amazonía, confiados en que esta vez no se repetirá la historia de otros años. Con documento en mano, el gobernador Arnulfo Gasca trasladó al ministro de justicia, Néstor Iván Osuna, las principales solicitudes.