Quedan pocos días para que termine el 2022, un año que deja cerca de 200 líderes y defensores de derechos humanos asesinados en Colombia, 95 masacres, el sistema de salud desfinanciado y en el limbo; eso, sin contar con que la economía pasa por un duro momento de incertidumbre y persiste la amenaza del covid-19, entre otros aspectos.
Y no solo es el año de inicio de un nuevo mandato, desde agosto pasado, sino que el país pasó de una larga historia de gobiernos de derecha a uno de izquierda, con Gustavo Petro elegido presidente por las mayorías. Orientando así lo que él mismo denomina el gobierno del cambio, mas no por eso quiere decir que esté mal todo lo hecho por pasadas administraciones y que, en consecuencia, todo cuanto se haga en este periodo sea lo mejor.
Todo en sus justas proporciones, y eso aplica para el territorio caqueteño, que igual ha tenido un año difícil, con limitaciones presupuestales, en gran parte debido al desinterés del poder central por las zonas periféricas, incluyendo lo relacionado con la implementación del acuerdo de paz Gobierno-Farc.
Pero, como son las personas quienes hacen las transformaciones grandes y pequeñas, la invitación respetuosa de este medio es a dar buen ejemplo días tras día, empezando por las celebraciones de fin de año, con alegría, pero también con ponderación, sin excesos que vayan contra la economía familiar, de las empresas e instituciones; apartados también de acciones que atenten contra la tranquilidad ciudadana.
De esa manera será más sencillo recibir el nuevo año, con todas las dificultades conocidas y otras tantas por conocer; de lo contrario, creer que viene otro año como tantos otros, puede ser perjudicial, porque el 2023 no será un año más.
En la práctica, será el primer año de gobierno de Petro, con aciertos y desaciertos, marcado por las elecciones de octubre, que indican el fin de un cuatrienio, para dar paso a un nuevo ramillete de mandatarios en el territorio; incluidos diputados, concejales, personas cuyo liderazgo será puesto a prueba en la medida que sepan defender las necesidades de la región ante el poder central.
Por supuesto, atendiendo de la mejor manera sus respectivas funciones en el contexto regional. Sin dobleces, sin trampas, sin engañar al pueblo; de modo que no está de más pedir desde ya, a quienes se candidaticen, que se hagan valer por sus argumentos, por su idoneidad; no por la acostumbrada compra de conciencias.
Expuestas esas reflexiones, solo resta agradecer el acompañamiento a todos nuestros lectores, suscriptores, anunciantes y demás colaboradores. ¡Feliz Navidad y lo mejor de lo mejor en 2023!