Por Alfredo Rubio Godoy

El mensaje de fe y esperanza que pregona el gobernador del Caquetá, Luis Francisco Ruiz Aguilar, con un componente de unidad en torno a los temas fundamentales, en el que coinciden todos los alcaldes, es una buena manera de empezar el año 2024, lo mismo que el periodo administrativo que se prolongará hasta 2027.
Se sabe que el departamento pasa por momentos complejos en todos los órdenes; pero, es el componente humano el que hace la diferencia, empezando por quienes toman desde el ejecutivo y el legislativo decisiones que trascienden. Por eso, es de buen recibo que todos los mandatarios, por primera vez en la historia, comiencen construyendo acuerdos en pro de los caqueteños.
Por momentos habrá medidas que no gusten y unos sectores resultarán más favorecidos que otros, habida cuenta de las circunstancias que se presentan en el camino, con bajos recursos para resolver en todos los casos.
Sin embargo, pese a la estrechez económica, es mucho lo que se puede avanzar. Incluso, es posible alcanzar las más elevadas metas, como lo señaló el alcalde Marlon Monsalve, quien no solo sueña con hacer grande a Florencia, sino que además quiere que sea la ciudad más bonita.
Y es que tanto la grandeza como la belleza no se reflejan solo en la fachada, en obras de infraestructura, sino también, y sobre todo, en la armonía que se sienta en los diversos espacios.
Eso involucra a la persona, a la familia, el colegio, la universidad, la empresa, todo ese organismo vivo llamado ciudadanía, capaz de cambiar de manera sustancial su propia realidad.
Se plantea, entonces, la importancia de lo estético, del virtuosismo, las buenas maneras, con principios y valores que a todos corresponde poner por delante; abandonando de buena gana las actitudes que van en contra del bien común.
No hay otra forma de lograr tanto como se desea y cuanto anuncian los nuevos mandatarios. Ellos y ellas necesitan de un cuerpo legislativo que sume en la dirección correcta, para que los recursos rindan y el tiempo alcance. Por supuesto, hay que pasar del discurso a las acciones; “obras y no promesas”, como dice Ruiz y como lo ejemplifica el alcalde Monsalve convocando a una jornada de limpieza en la Plaza La Concordia, el primero de enero, quizá el día en que la población más duerme.
Ese es el liderazgo que inspira, que le sirve a Florencia y al Caquetá; hay que hacer valer, de verdad, aquello de que esta es la Puerta de Oro de la Amazonía. Sectores público y privado, junto con los caqueteños de todos los estratos, tienen entonces una plataforma ideal para llegar a buen puerto, con metas de corto, mediano y largo plazo. Eso es algo que se debe hacer, con mediciones graduales, tanto en las zonas urbanas como rurales, con padres y adultos responsables que sepan orientar a sus hijos, controlándolos también, para que no sean presa de la delincuencia y demás factores de riesgo que los acechan.
Eso sí que genera progreso y bienestar; niños, adolescentes y jóvenes formados para afrontar la vida siendo propositivos harán de este territorio algo digno de imitar.
Hoy valoramos ser sobrevivientes de la pandemia, sigue fresca en la memoria la experiencia del confinamiento… Con las nuevas administraciones, unidas, no sería descabellado lanzar desde el Caquetá un nuevo virus del que se quiera contagiar el mundo: un virus de animosidad, de pujanza, de hacer bien las cosas desde el despertar de cada día hasta hasta que llegue el merecido descanso de la noche.
No somos demasiados los habitantes del Caquetá; pero, somos los suficientes para generar modelos de convivencia y desarrollo disruptivos, que hagan noticia, que provoquen revuelo. No hay razón para dejar solos en esa tarea a gobernantes, diputados, concejales y, por supuesto, los comunales, quienes tienen en ese nuevo escenario una extraordinaria oportunidad para brillar con luz propia en sus respectivas zonas de influencia.
Así, y solo así, los problemas se reducirán a su mínima expresión. De lo contrario, la inseguridad, el desempleo y el caos, en general, se multiplicarán de tal modo que no habrá nadie capaz de presentar soluciones. ¡Que reine de una buena vez la gobernabilidad y que se imponga, en su mejor versión, la caqueteñidad!

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